La Crisis de los Chips: ¿Está México Preparado para el Inminente Colapso de la Industria de Semiconductores?


El enfrentamiento entre Estados Unidos y China en el sector de los semiconductores ha llevado a una cadena de suministro bajo estrés. En agosto de 2022, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley CHIPS y Science, que aprueba subsidios y exenciones fiscales para ayudar a impulsar la producción renovada de semiconductores avanzados en suelo estadounidense. Unos meses después, la administración de Joe Biden emitió restricciones amplias a la exportación a China de chips y tecnología de fabricación de chips para socavar la capacidad de ese país para fabricar la misma clase de circuitos integrados.

Estas iniciativas representan un cambio profundo hacia la competencia con China en el ámbito de la alta tecnología. También destacan un esfuerzo por reestructurar las complejas cadenas de suministro multinacionales centradas en Asia Oriental que fabrican cientos de miles de millones de dólares en semiconductores al año. Como tal, la administración Biden ha puesto en marcha un proceso que podría alterar las estrategias comerciales y las fortunas de las empresas de semiconductores nacionales y extranjeras con sede en China, los principales fabricantes de chips en Taiwán y Corea del Sur, y los proveedores de todo el mundo que proporcionan a la industria la maquinaria y las innumerables entradas que alimentan la producción de chips.

La administración Biden insiste en que sus restricciones a las ventas a China solo tienen la intención de limitar la capacidad de China para producir los chips de vanguardia que pueden alimentar el desarrollo de armas y otras tecnologías estratégicamente importantes, y no para paralizar su industria de semiconductores. Sin embargo, el estado actual de las sanciones y el apoyo a la producción de semiconductores con sede en Estados Unidos, incluyendo a los fabricantes de chips taiwaneses y coreanos, no es el punto final en este proceso. Más bien, es probable que el impulso para restringir el programa de semiconductores de Beijing continúe en los próximos meses, al menos con restricciones adicionales a las empresas chinas y entidades vinculadas al gobierno, y un escrutinio burocrático sin precedentes de los flujos de capital de riesgo y financiamiento de capital estadounidenses a China.

Esto representa más malas noticias para los líderes corporativos en Asia, América del Norte y Europa que han pasado la última generación construyendo una industria de semiconductores que abarca el globo y que ha enfrentado pocas barreras para la expansión. A medida que aumentan las restricciones de Estados Unidos, y las ventas de ciertas tecnologías a China disminuyen, el proceso antes inimaginable de reorientar las cadenas de suministro de semiconductores se convertirá en una realidad cada vez más presente. La Ley CHIPS y Science ya se está convirtiendo en un factor importante en la estrategia corporativa, proporcionando incentivos para que las empresas taiwanesas, coreanas y estadounidenses hagan grandes apuestas en nuevas fábricas en lugares como Nueva York, Ohio, Texas y Arizona.

En 2021, la industria automotriz global perdió más de $200 mil millones de dólares debido a la escasez global de microchips, lo que resultó en la producción de once millones menos de vehículos. Esta escasez de chips ha expuesto cómo una capacidad de producción limitada de un componente vital puede convertirse en un problema de seguridad nacional.

México, como parte de su estrategia para fortalecer su industria de semiconductores, ha anunciado la construcción de tres plantas de fabricación de chips en Jalisco y Baja California. Estas plantas, que se espera que estén operativas a finales de este año o principios de 2024, ayudarán a aliviar la escasez de chips y a fortalecer la posición de México en la industria global de semiconductores.

Sin embargo, la amenaza de China sigue latente. A medida que la presión sobre la industria de los chips en China se intensifica, es crucial que México y otros países estén preparados para enfrentar cualquier eventualidad. Esto significa invertir en nuestra propia capacidad de producción de semiconductores y buscar formas de diversificar nuestras fuentes de suministro.